jueves, 26 de noviembre de 2009

cosmovisión de los dioses

Apartado 2



¿Cuál es la idea de la creación del mundo desde la mitología azteca?


La idea que lo aztecas tenían por la creación del mundo eran varios conceptos:

Cuenta la historia dicha por los abuelos quien formo y creó fue el príncipe Quetzalcóatl con sus poderes, cuenta el mito creó el cielo, el sol, la densidad de la tierra. Para que este mito tenga sustento es por la necesidad de saber todo y que para ellos realmente es un ser supremo aunque sea un humano.
En esta definición es por la narración que se va construyendo la historia para justificar como es Quetzalcóatl puede ser el creador ya que los mitos tienen esa esencia de tener un poder infinito e inmortal
En esta procede una justificación por nuestro antepasados por la infidelidad que eran los sacerdote y los papas por ser los señores principales quienes dictaban las leyes, enseñaban por los caracteres y escrituras y por relaciones de los viejos y de los que en tiempo de su infidelidad eran sacerdotes y papas, por lo que dijeron los señores principales a quienes se criaba en los templos y enseñaba la ley para que la difundiesen; juntos ante mí, con sus libros y figuras antiguas, muchas de ellas, untadas con sangre humana, relataron el inicio. Parece que tenían a Tonacatecuhtli, quien tuvo por mujer a Tonacacihuatl (conocida también como Xochiquetzal). Ellos fueron señor y señora de nuestra carne y se criaron en el decimotercer cielo, de cuyo principio no se supo jamás. Engendraron a cuatro hijos. El mayor, Tezcatlipoca rojo, nombrado así porque nació colorado. Los Uexotzinco y Tlaxcala, lo tenían por su dios principal y le llamaron Camaxtli. Al segundo hijo lo nombraron Tezcatlipoca negro, el peor de los tres porque fue el que más mandó porque nació negro en medio de todos los seres y cosas. Al tercero llamaron Quetzalcóatl, conocido también como “Noche y viento”. Mientras que al último y más pequeño lo llamaron “Señor del Hueso” o “La culebra con dos Cabezas”, a quien los mexicanos tuvieron como su dios principal y denominaron Huitzilopochtli. De los cuatros hijos de la primera pareja (Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl), Tezcatlipoca negro era omnipresente, conocía todos los pensamientos y los corazones; así es que lo llamaron Moyocoya, cuyo significado es el de todopoderoso. Su hermano menor, Huitzilopochtli (dios del pueblo mexicano) nació sin carne, con los huesos desnudos. Así se mantuvo durante los seiscientos años de quietud entre los dioses, etapa en la que nada hizo.
Pasado el largo período, los cuatro hijos de Tonacatecuhtli se juntaron para ordenar lo que habrían de hacer y la ley que tendrían. Convinieron en nombrar a Quetzalcóatl y Huizilopochtli para que impartieran las órdenes. Entonces, por comisión y parecer de los otros dos, hicieron el fuego, después medio sol que como no estaba entero alumbraba poco y luego hicieron al hombre -Oxomoco- y a la mujer llamada Cipactónal. Les dieron la orden de que no holgaran, sino que trabajaran siempre. A él lo mandaron a labrar la tierra mientras ella hilaba y tejía. De esta primera pareja humana nacieron los macehuales. Cipactónal recibió el don de la curación a través de ciertos granos de maíz que le fueron entregados por los dioses para la cura, las adivinanzas y hechicerías como acostumbran a hacer hoy día las mujeres. Terminada su tarea con los primeros hombres, los dioses hicieron los trescientos sesenta días del año que dividieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. Luego crearon a los dioses que habitaron el infierno: al “Señor del Inframundo” y a su señora, la “Señora del Inframundo”. Les llegó la hora de crear los cielos y comenzaron por el más alto, desde el decimotercero para abajo para continuar con la creación del agua en la que criaron a un pez grande que llamaron Cipactli, parecido al caimán. Se juntaron los cuatro hermanos (hijos de la primera pareja) y crearon a Tláloc y a Chalchiutlicue, quienes fueron dioses del agua, a los que se les pedía cuando tenían de ella necesidad. Como estaban los cuatro juntos, hicieron del pez Cipactli la tierra, a la cual llamaron Tlaltecuhtli, portándola como deidad, sostenida por el pescado que la había engendrado. Otros dijeron que la tierra fue creada por los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, quienes bajaron a tierra a la diosa del cielo. Ella tenía las articulaciones completamente cubiertas de ojos y bocas con las que mordía como una bestia salvaje. Antes de que la bajaran había agua (que nadie sabe quién creó) sobre la cual la diosa caminaba. Cuando vieron esto, los dioses se dijeron: “Es necesario hacer la tierra”, y diciendo esto se convirtieron los dos en grandes serpientes. Transformados, una de las serpientes agarró a la diosa de la mano derecha y el pie izquierdo y la otra de la mano izquierda y el pie derecho, jalaron tanto que la partieron por la mitad. Con la parte de atrás de los hombros hicieron la tierra, y la otra mitad la llevaron al cielo.
Los otros dioses se enteraron y se enojaron mucho, entonces para recompensar a la diosa de la tierra por el daño que le habían hecho, los dioses descendieron todos del cielo y ordenaron que de ella salieran los frutos necesarios para la vida de los hombres: de sus cabellos hicieron los árboles y flores, de su piel las pequeñas hierbas y flores, de los ojos hicieron los pozos, las fuentes y las pequeñas cavernas, de la boca los ríos y grandes cavernas mientras que de los agujeros de la nariz y de los hombros, los valles de las montañas y las montañas mismas respectivamente. La diosa lloró algunas veces durante las noches, incansablemente. Quería comer corazones de hombres y únicamente callaba cuando se los daban; y sólo llevaba fruta si estaba rociada con sangre humana. Esta cosmovisión nos cuenta como es que los dioses también crearon los alimentos y los ríos donde el hombre se abastecería para no pasar hambres.
Descripción de los soles:
Dicen que la fundación de la Tierra es tan antigua que ya antes habían existido cuatro soles o épocas. La era en la que vivimos es la del quinto sol. Los primeros cuatro soles estuvieron precedidos por el agua, la tierra, el fuego y el viento.
El signo del primer sol fue Cuatro Agua, se le llamó Nahui-Océlotl, (Cuatro Ocelote o Jaguar). Este mundo lo habitaron gigantes que fueron devorados por los jaguares. Quetzalcóatl colocó por sol a la bella Chalchicuatlicue, la de la falda de jade, hermana de Tláloc, como él, diosa del agua; Tezcatlipoca hizo que lloviera fuerte, todo se inundó y la gente se convirtió en pez.
El signo del segundo sol fue Cuatro Tierra, llamado Nahui-Ehécatl, en donde también vivieron los gigantes. Quetzalcóatl golpeó con un bastón a Tezcatlipoca y éste cayó al agua. Allí se transformó en tigre y se comió a los gigantes. Después Quetzalcóatl transformó a los sobrevivientes en monos.
El signo del tercer sol fue Cuatro Lluvia. Se llamaba Sol de Lluvia de Fuego. Los dioses pusieron por sol a Tláloc; Quetzalcóatl hizo que del cielo lloviera lumbre, cenizas, chispas, brasas candentes que todo lo incendiaban; así que, los que en él vivían, se quemaron o se convirtieron en pájaros.
El signo del cuarto sol fue Cuatro Viento, por eso era llamado Sol de Viento. En esta época Quetzalcóatl se hizo sol; sin embargo, el tigre Tezcatlipoca lo derribó de un zarpazo, y entonces se levantó un gran viento. Todo fue arrasado por él. Los hombres se volvieron monos nuevamente para que naciera el quinto sol, en el cual vivimos. Pero la tierra se había quedado cubierta en tinieblas, por esto los dioses se reunieron en Teotihuacán y hablaron entre sí:
¡Dioses, vengan acá! ¿Quién se hará cargo de que haya días y de que haya sol?
Tecuciztécatl, el rico señor de los caracoles, ofreció arrojarse a una hoguera prendida por Huehuetéotl, el viejo dios del fuego. Cuatro veces lo intento, pero tuvo miedo de las flamas; entonces Nanahuatzin, el purulento, humilde por sus pobrezas, cerrando los ojos se arrojó valerosamente a la fogata y se consumió para convertirse en el sol de la quinta época. Tecuciztécatl, viendo el ejemplo de su hermano, valeroso se lanzó al sacrificio, aunque por la tardanza y la cobardía sólo se transformó en la luna.
Los dioses esperaron el resultado del sacrificio. Quetzalcóatl fue quien vio cómo el sol fulgurante, reaparecía por el este; poco después salió la luna, pero para evitar que iluminara junto a aquel, uno de los dioses le arrojó a la cara un conejo, cuya silueta aún conserva, mandándola del día a la noche.
Así nació el sol de nuestra era.
El signo del quinto sol fue Cuatro Movimiento, llamado Sol de Movimiento o Nahui-Ollin, porque se mueve y sigue su camino. Los viejos decían que en él habría movimientos de tierra, hambre y muerte.

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